Galletas de jengibre para decorar






Entre mis asignaturas pendientes en cocina estaban las galletas de jengibre. El año pasado probé a hacerlas con la masa preparada de Ikea, que resultó un desastre como os cuento en la entrada de galletas de mantequilla para decorar. Este año monté con Ulises unas casitas de jengibre, con las galletas compradas. Así que me pareció que ya era hora de que las hiciera en casa. Busqué la receta en mi libro favorito de masas de galletas para decorar (Cookie Craft, de Valerie Peterson y Janice Fryer). Allí pedían melaza. Busqué otras recetas y siempre pedían melaza. En Tenerife antes la vendían en casi todos los supermercados, pero no sé qué ha pasado que no la pude encontrar en ningún sitio. Menos mal que mi amiga Esther tenía un bote y me lo regaló. Si no podéis conseguir la melaza, yo os recomiendo que uséis azúcar moreno y un par de cucharadas leche.

Estas galletas son un poco más blanditas que otras para decorar, así que no les pongáis mucha decoración encima, para que no se humedezcan. Yo hice dos versiones, una grandes con agujero para colgar en el árbol y unas minis, para regalar con mis cajitas decoradas. En versión mini hice casi todo estrellas. Las decoré en blanco, excepto algunas minis a las que les puse un toque de color. No sé qué me pasó este año que no tenía ganas de colores.

Como os digo en todas las galletas para decorar, lo mejor es hacer la masa un día, meterla en la nevera o congelador y hornear otro día.


Ingredientes:
600 g de harina 
2 cucharaditas de jengibre en polvo
Una cucharaditas de canela en polvo
Una cucharadita de clavo en polvo
1/2 cucharadita de nuez moscada en polvo
1/2 cucharadita de sal
Una naranja (para la ralladura)
250 g de mantequilla a temperatura ambiente
250 g de azúcar blanquilla
Un huevo
250 ml de melaza





Ponemos en un bol la harina y las especias. Añadimos la ralladura de una naranja. Reservamos.










Batimos la mantequilla con el azúcar hasta tener una crema suave.








Añadimos la melaza y el huevo y seguimos batiendo.






Mezclamos la harina poco a poco.












Dividimos la masa en tres partes. Extendemos cada una de las partes, con un rodillo, sobre una hoja de papel de hornear con papel film encima. Así evitamos que no se nos pegue al rodillo.










Metemos en el congelador como mínimo una hora. Yo la meto siempre hasta el día siguiente.

Cuando llega el momento, encendemos el horno a 175º C.

Preparamos una bandeja de horno con papel de hornear. Sacamos una plancha de masa del congelador y cortamos con los cortadores de galletas. Pasamos las galletas a la bandeja. Si vemos que se nos han ablandado mucho y se rompen, ponemos otros 5 minutos en el congelador antes de pasar a la bandeja de horno.








Horneamos hasta que estén doradas por los bordes, unos 10 minutos. Estas galletas están un poco blanditas, como bizcochitos, cuando se las saca del horno.



Las ponemos a enfriar sobre una rejilla, si tenemos.






Repetimos el cortado y horneado hasta que se nos termine la masa. Si usamos la misma bandeja de horno, la enfriamos completamente, bajo el chorro de agua fría, antes de colocar el papel y las nuevas galletas encima. Con los restos que nos van quedando de masa, hacemos una plancha nueva y la metemos en el congelador. Lo hacemos todas las veces que sea necesario hasta terminar la masa.












Cuando  están ya frías, yo las vuelvo a meter en el horno muy suave (25º) una o dos horas. De esta manera quedan completamente secas y no se reblandecen al tenerlas colgadas. Si queremos decorarlas, tienen que estar completamente frías. Después de decoradas podemos volver a meter en el horno a 25º.



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